Sin saber en verdad por donde empezar, las ideas se me arremolinan en la cabeza. Tras tantos días sin escribir, y tantas cosas vistas y oídas, aún ando queriendo poner orden a las mismas.
Por un lado, quisiera hablar de aquel dicho que dice "Teme al ratón y no al león", por otro sobre "Ser cristiano y/o católico" y por otro sobre "El hombre y su devenir diario", así que imaginaros, si hay para escribir. Así que como se suele decir: Empezaré por el principio.
"Dios me libre de las aguas mansas que de las bravas me libro yo" o lo que es lo mismo "Teme al ratón y no al león".
¿Qué porqué digo esto? Pues bien, los años le van enseñando a uno a "creer conocer a las personas", utilizando todos los medios que, bien por formación o experiencias, se han tenido para intentar adivinar la personalidad y en ella los adentros de las personas, forma de estar, ayudar y confiar en ellas.
Pero nada como "los palos" para descubrir, desenmascarar, al "lobo con piel de oveja".
Los corazones pueden ser buenos, pero desgraciadamente, no están interrelacionados el corazón y el cerebro, en cuanto a formas de ser, pensar, actuar, de ahí que se suela decir que "una persona tiene dos caras".
No son dos caras, se es dual o no se es, uno es quien decide si oye a su corazón o a su cerebro, es decir si se quiere ser sentimental o material. Mirar más allá, creer en que todo es posible o pensar en si le merece a uno la pena arriesgarse por algo.
Medir en ocasiones, no digo que sea malo, pero los excesos llevan a confusiones y casi siempre los excesos de mediciones hacen que las personas se vuelvan materiales, en un mundo donde prima lo material por encima de lo sentimental o lo que es lo mismo lo humano, lo interno, arriesgar el "yo" por un bien mayor de quien tengo enfrente o incluso generalizado, sabiendo que tras el bien del otro, en la mayoría de las ocasiones se descubre un bien interior para uno mismo. Es ese derrame de adrenalina interior que siente los que se arriesgan, en este caso, un inmenso goce por haber sido capaz de hacer algo impensable anteriormente. Y en ello descubrir que uno no conoce sus propios límites... porque ahí está el problema "Ponerse uno mismo los límites" y ya no os digo nada, cuando se deja que sean otros quienes lo ponen por nosotros mismos.
Cada uno somos dueños de nuestras vidas, de nuestro presente y futuro, pero, que gran equivocación quien así lo crea, pues nada somos ni seremos sin reconocer que todos somos necesarios, e incluso imprescindibles, con nuestras virtudes y defectos. Si Dios dijo "crecer y multiplicaos", no creo que fuera para que posteriormente hiciéramos distinciones, "Tanto tienes, tanto vales", pero claro, Él nos dejó a nuestro libre albedrío y eso nos ha dado la motivación para hacer lo que nos venga en gana, hasta en muchísimas ocasiones "cagarnos" en LIBERTAD ajena, como si fuéramos dueños del "otro", poseedores de la verdad y razón absolutas.
Quiero seguir creyendo en "EL HOMBRE" con mayúsculas, quiero seguir creyendo en que no todo está perdido, en que existe aún ESPERANZA, quiero seguir mirando al futuro con los ojos bien abiertos y pensar que algo cambiará, pero para ello es necesario que cada uno tan solo pongamos nuestro granito de arena, que seamos valientes de enfrentarnos al pozo que se nos planta delante de nosotros y tener la valentía de averiguar que se esconde tras la espesa negrura.
Para finalizar, tan solo decir a los ratones, que ojo, con el día que el león le coja las vueltas, a ver ese día donde se esconderán, porque seguro, que entre los suyos habrá desbandada y entonces se quedará solo y entonces, quizás entonces, sea tarde para recapacitar. Y a aquel lobo, quizás llegue el buen pastor y le levante su pellejo de oveja, y se vea desnudo y sin protección, entonces implorará a los cielos porque, no le arranquen su verdadera piel a jirones.