.... a lo que iba.
Unos diítas en la UVI, siendo tratado de la mejor manera que se puede tratar a una persona, mientras veía el constante ir y venir de aquellas profesionales de la enfermería que entraban y salían de las restantes salas, donde suponía a personas en muy mal estado. Pero eso no les quitaba la sonrisa de la cara. Lo dicho auténticas profesionales las chicas de la UVI de silicosis del Hospital de Oviedo.
Los médicos venían de vez en cuando a ver mi evolución y claro está, no me faltaba la visita de mi hermana, que dicho sea de paso, nunca se sintió sola, esa era mi mayor preocupación, siempre tuvo a su lado la atención de todas aquellas personas que me atendieron en primaria instancia en el restaurante.
La última mañana en la UVI, muy temprano me despiertan con la amabilidad ya comentada, una radiografía y me avisan que tras la comida paso a planta, cosa que demoro, pues la comida si bien era suave, que no era cuestión de volverse a atragantar, me suben a planta, donde me encuentro con un señor, ya de cierta edad o así lo pareciera, acompañado de su esposa, el cual en los días que estuve en planta me relataba, parte de su vida en la mina. De como en dos ocasiones salvó la vida, de cómo ahora está jubilado con muy buenos dineros, pero que no puede andar cien metros sin ahogarse por culpa de la silicosis. Que hace unos días salió de allí y que de nuevo vuelve. Que esa es su vida, unos días en casa y otros en el hospital.
Así transcurría mis días en aquella planta, visita de enfermeras a hacer pruebas y mediciones, lectura del mismo diario, a excepción de las revistas que mi hermana, siempre atenta, me trajo y paseos por los pasillos y visitas a la sala de televisión, donde hasta allí en la noche, se acercaban las enfermeras a tomarme las mediciones correspondientes o a engancharme los botes de antibióticos... !qué amabilidad¡... "no, no, usted tranquilo que no me cuesta trabajo venir aquí...
En la lectura de la prensa, me sorprendió encontrarme con dos casos similares a los míos, donde una señora, había salvado la vida, como me sucedió a mí, por la pronta atención del servicio del Samur, mientras otra al vivir más distanciada, no tuvo la misma suerte que la otra señora y yo y falleció.
Y por medio de todo esto la visita de mis "ángeles de la guarda", aún seguían preocupándose por mí.
Todos me decían que me marcharía y yo no veía la hora de hacerlo. Cuando creí que me marcharía, la doctora me dice que de nuevo a rayos y más extracciones. (Enfado) ¿Como que hay que repetir las placas? Menos mal que una de mis ángeles de la guarda, quiero entender, estuvo conmigo en ese preciso momento y creo incluso a pies juntillas que algo tendría que ver en que tras la placa, pasadas unas horas, pudiera salir de allí.
Pues nada, tras la comida, !EL ALTA¡ eso sí con unas severas advertencias por la doctora que me atendía.
Me vestí lo más rápido que pude, ya estaba mi hermana de nuevo a mi lado, me despedí de aquel encantador hombre con el que había compartido habitación y... un paseíto por Oviedo, que casi no le había olido, hasta nuestro alojamiento.
A la noche, mis ángeles de la guarda, y de mi hermana, nos invitaron a tomar esa sidriña, que se había quedado esperando aquel fatídico día.
Presentaciones, comentarios sobre lo ocurrido, culin va, culin viene... yo de refresco, me cachis, que el antibiótico no se puede mezclar. Y por medio unos exquisitos pinchos.
¿He dicho pinchos?
Para pinchos los que nos tomamos en un bar propiedad de un hermano de dos de mis ángeles, instalado en la calle del vino, que no solo de sidra vive el asturiano. Ahora sí, que sí, estos exquisitos pinchos, los acompañé con un buen Rioja, me supo a pan del cielo, después de las comidas del hospital.
Terminaba la noche, foto de rigor y las tristes despedidas de mis "ángeles" ¿Cuándo las volvería a ver?. Al menos prolongamos unos minutos más la despedida con alguno de ell@s, que nos acompañaron amablemente, no podía ser de otra manera, mientras me relataban historias y costumbres de la zona.
Al llegar a nuestro lugar de descanso, justo al lado de la pastelería más antigua de la ciudad y por ende la mejor, nos indicaron, hablando de porqué les llaman carbayones a los ovetenses, que probáramos el dulce típico de Oviedo, "el carbayu".
Prometimos probarlo, pero en especial, prometimos no perder el contacto, intentar de volver a vernos, o allí o aquí, pero sí tener una cosa muy clara, por siempre y para siempre "HABÍA NACIDO UNAS NUEVAS AMISTADES" como jamás lo hubiéramos pensado.
Dios escribe recto en renglones torcidos, dice el dicho, y quizás por ello aquella noche no pegué ojo pensando tan solo, ¿POR QUÉ?, ¿que escribía Dios en mi vida con lo ocurrido?
De nuevo el ¿PORQUÉ?
Muchos os preguntaréis, el porqué de tan repetida frase "MIS ÁNGELES DE LA GUARDA"
Pues os contestaré. Buscando respuestas a todo, como es algo normal en mí, no dejaba de pensar, ¿Porqué tanta suerte, de tener a personas capacitadas a mi lado? ¿Porqué, como dicen muchos no vi la luz... o mejor dicho no me dejaron verla?
Pues ahí estaban mis "ÁNGELES DE LA GUARDA", ellas con sus sutiles alas, cubrieron mi cuerpo, para no dejar que me viera la "de la guadaña" y por ende "YO NO VIERA LA LUZ".
Benditas seáis todas cuantas estuvisteis a mi lado en aquel instante. Bendita seas hermana, por estar siempre a las duras y a las maduras. Yo quise darte maduras y te dí quizás una de las más duras de tu vida. !PERDÓNAME¡.
Gracias a todos los que algo, alguna relación habéis tenido con nosotros, mi hermana y yo.
Como se suele decir, "ni son todos los que están, ni están todos los que son:
"AMIGAS Y AMIGO, ÁNGELES DE LA GUARDA" (MARISOL Y JOSÉ LUIS, ANA, BELÉN, ASUN, MARTA, MASUN,)
"SAMUR" (LUCÍA, CRISTINA, SANTI Y DANI)
"UVI DE SILICOSIS" (MARISA Y EL RESTO DE COMPAÑERAS Y DOCTORES)
"PLANTA DE NEUMOLOGÍA DEL HOSPITAL" (DOCTORES Y DOCTORAS, AUXILIARES, ENFERMERAS, TODOS...)
"URGENCIAS DEL HOSPITAL" (EMILIO, ISABEL, LAURA Y DOS AUXILIARES QUE DESCONOZCO SUS NOMBRES)
Y CLARO ESTÁ, AQUEL BUEN SEÑOR, QUE EJERCÍA SU PROFESIÓN DE CAMARERO EN AQUELLA SIDRERÍA Y QUE TAMBIÉN ESTUVO INTERESÁNDOSE POR MÍ: "NACHO"
A TODOS GRACIAS, MUCHAS GRACIAS, mi corazón, mis palabras, no son capaces de reflejar nuestro agradecimiento, el de mi hermana y el mío, y claro está el de mi esposa e hijas.
Y no quiero terminar sin agradecer, enormemente, la dispoción y preocupación de mis dos sobrinos, Fran y Alberto, dispuestos en todo momento a desplazarse para bajarnos hasta nuestra tierra, y de sus esposas Desi e Inma, gracias por estar ahí interesándose por nosotros.
A buen seguro, que me dejaré personas en el camino, pero ellos han de saber TODOS, que a todos les llevo conmigo, porque quizás sin ellos, nada hubiera sido lo mismo.
" MIS ÁNGELES DE LA GUARDA "