Dicen que generalizar
induce a errores, mas en mis comentarios por conocimientos de los hechos por
personas cercanas que dan fruto a esta opinión, he de decir, que salvo escasas
personas, esta figura institucional y quienes la representan y trabajan para
ella cobrando del dinero de todos, flaco favor le hacen a la palabra
"JUSTICIA", cuando de sus togas hacen sayos, basados en el poder de
sus sentencias, usando la ley a capricho y antojo y, llegado el caso, amparados
en un corporativismo acérrimo.
Siempre he pensado que el
ser humano, es decir el de carne y hueso, ante todo es eso, por encima de
puestos, cargos ideologías o labores a desempeñar, pero como dice el refrán
"La mujer del César, además de no serlo, tiene que demostrarlo".
Pues bien, quienes desde
cualquier institución y en este caso la judicial ha de dar ejemplo de
conocimiento, de veracidad y usar las armas legales a favor del indefenso, tal
como marca la ley, deja que, personas con sus dotes mentales atrofiadas, al
amparo de la ley que los mismos jueces modifican, extrapolan y/o interpretan,
queden en libertad para que puedan seguir cometiendo sus fechorías.
Da igual que una persona
violente a una menor tanto en lo físico como psicológico y quede marcada de por
vida, y con ella su familia, pues quien pareciera un ángel, no ha sido lo
suficientemente valiente, no solo para pedir perdón, sino ni tan siquiera para
abrir la boca en su defensa, como amparando su culpa en su silencio, sabedor
del daño cometido.
Pero lo dicho, ¿cómo
confiar en una justicia que no ampara al menor y da rienda suelta a quien en su
silencio va diciendo a gritos soy culpable?
Pero claro, esto después
de lo de Marta del Castillo o lo de Ruth y José y tantos otros casos, pareciera
poco. ¿Qué le decimos a la familia afectada, intentando con ello minimizar el
daño psicológico que la sentencia produce, por no hablar del económico, con los
tiempos que corren?
En Jerez, casi todos nos
conocemos, y claro está que dentro del estamento judicial no iba a ser menos.
Es por ello, que la desconfianza en el corporativismo de esta y otras
instituciones sea total, pues o “te callas y te fastidias” o si haces uso de tu
"supuesto" derecho de defensa, el corporativismo te aplasta, pues
entre ellos se conocen y llegado el caso hacen bueno aquello de "hoy por
ti, mañana por mí" con una connivencia total y absoluta, imposible como
ellos mismos saben de demostrar.
Da igual que los bancos
desahucien, si no hay medios económicos suficientes para luchar contra los gigantes
ciclópeos de la banca, nadie te amparará y la justicia verá pasar por delante
de ellos los papeles para firmarlos, con lo que, ya han hecho su trabajo.
Que luego el estamento,
la institución, da razones a quienes con la ley en la mano no la tienen, desoyendo
las palabras escritas dando orden de su cumplimiento quien las escribió, pues
da igual, la justicia del hombre deformará la realidad, se hace caso omiso al
mandato escrito, se interpreta y enrosca la ley, cual serpiente venenosa para
al final dictar sus sentencias
impepinables, amparadas en "espíritus legales", con lo que las
copitas de días anteriores, las amistades de facultad, sostienen la sentencia,
aún cuando éstas vayan contra toda ley, y ya sabes si quieres pelear, o “tienes
o que te vayan dando” como a aquella hasta por las orejas. Es decir, como
aquellos cartelitos a las puertas de algunos bufetes de Estados Unidos,
"¿Cuánta justicia puede pagar?
En definitiva, en una
España tan corrupta, donde demostrado ha quedado que el estamento judicial no se
salva, cuando debiera ser el más límpido, trasparente y claro, no queda otra
que, o bien te buscas las argucias dentro de tu conciencia y alma para
engañarte a ti mismo e intentar sobrellevar la que le haya tocado a quien le
tocara, o bien, tienes amigos entre las instancias judiciales, o, tienes dinero
para luchar lo indecible, aunque al final, solo te queden los más cercanos para
ampararte y un puente para cobijarte, mientras ellos, absortos a toda realidad,
siguen impartiendo "SU JUSTICIA" a mesa y mantel, sin nada ni nadie
que les tosa y lo que es peor, aún sin posibilidad alguna ni de intentarlo.
La figura de la justicia
con los ojos vendados viene que ni de perlas, aquél que la recreó de aquella
manera no se equivocó para nada, es ciega para no ver, conocer, y practicar la
justicia que debiera, "ah yo solo hago lo que debo", y no ver quién
es quien la anda fornicando a sus espaldas convirtiéndola en una prostituta
callejera, sometida a los más poderosos. Pero eso sí, de tanto ajetreo trasero,
la balanza siempre se le inclina para el
mismo lado.
En España, ni existe ni
existirá.
Cuando aquellos que van
dejando libres a aquellos que cometen esas felonías y atrocidades, como casos
ya hemos conocido, vayan a mayores, aquellos que los dejaron libres o sin la
suficiente pena, seguirán tomando copitas, reuniéndose en connivencia con sus
adláteres y amigos, sin problemas de conciencia alguno, pues al parecer,
aquellos que se la dejaron olvidada en el claustro materno, son los mejores
para ocupar puestos dentro de la institución judicial, y si alguno intenta
defender sus casos con justicia y conciencia, son los primeros apartados de ese
círculo cerrado de conocidos en que se ha convertido la justicia.
Y si llegado el caso que
el absuelto vuelva a delinquir y hacer llorar a otras familias, ellos seguirán
escudándose en su serpenteante justicia y mintiéndose a ellos mismos, con tal
de dormir tranquilos, que dormir duermen, pues, para no dormir hay que tener
conciencia y ya hemos dicho que carecen de ella muchos de ellos.
Y claro está, si algún
día a alguno de ellos, de sus familiares o amigos le sucediera algo parecido,
la justicia sería diferente y caería con todo el peso del mundo sobre el
acusado, por mucho ángel que pareciera, fuera valiente para decir "no he
sido, no lo he hecho e incluso reconocer su culpa, y pedir perdón a la familia,
por lo que supo que hizo. Entonces sí que daría igual la inocencia del que se
sentara en el sillón de los acusados, porque claro, con nosotros nadie se mete,
"SOMOS LA JUSTICIA ".
(Ja)
Esa justicia de orondas
panzas, tipos moldeados de buenos
vestires, buenos comeres y perfectas palabras. Esa justicia que se pone
su antifaz llegado el caso, como el más penitente de las personas, amparados en
unas creencias, en un Dios, que digo yo, que no ha de ser el mismo que el de
muchos, en un Jesús y su Stma. Madre, llorando “lágrimas de cocodrilo”,
mientras les miran, sin pensar en los daños que han permitido se les hicieran a
las personas, que bien pasaron por sus bufetes o estrados.
Pero eso sí, son
reconocidos y hasta distinguidos por la plebe y los suyos, pues como en el
fútbol, en la mayoría de las ocasiones, las felonías quedan en el despacho o en
la sala de la "supuesta justicia".
Menos mal que, a los que
nos sabemos ovejas del rebaño, aquellos que sí reconocemos nuestros errores,
aquellos a quienes estos personajillos, creyentes o no, penitentes o no,
cofrades o no, ateos, progres y de otros rebaños, que están cuales “lobos con
piel de cordero” mezclados en el rebaño, a la espera de buscar al próximo
inocente al que hincarle el colmillo, sí a esos que la justica les ha dado la
espalda, les queda al menos, como verdaderos creyentes las palabras
pronunciadas por Jesús en el sermón de la montaña: “Bienaventurados los
perseguidos por la justicia, por que de ellos es el Reino de los Cielos”
Pero no quisiera terminar
sin unas palabras de esperanza.
Esperanza basada, en como
dice la tópica frase "De todo ha de haber en la viña del Señor".
Pues sí, los hay de los
ya mencionados y, como dije al principio que las generalidades inducen a
errores, no quisiera errar y por ello reconozco que hay gente buena, buenas
personas, buenos profesionales, conocedores de su profesión, con conciencia,
que saben mirar más allá del caso que se les plantea, es decir, mirar a las
personas, sus vidas, sus circunstancias, sus problemas, llevando el caso a un
terreno casi familiar y personal.
Esas personas, que más
allá de entender su profesión como tal, la usan como un servicio al prójimo,
sin importarles los dineros, ni la cantidad ni la calidad del mismo y que anteponen
al vil metal, a las personas y sus circunstancias.
A esos, a ese tipo de
profesionales de la toga, con un escudo u otro, a esos, mi más sincero reconocimiento
y aprecio en nombre de tantos, porque sin ellos, quizás este mundo judicial,
que algunos conocen muy de primera mano, no tendría salvación alguna y con ello
la practica judicial en el auténtico, verdadero y estricto sentido de la
palabra.
(Desde este humilde blog, quisiera dar mis más sinceras condolencias a todas aquellas familias, amigos y conocidos, que han vivido en primera persona el dolor por la pérdida o daño de alguien cercano y en especial a aquellos que lo han visto agravado por causa de la injusticia)