Cuando me inicié en aquello que se denominó formación humana, dentro del ya tristemente desaparecido a manos de la llamada Iglesia Jerárquica, "Movimiento Junior", tras unas breves palabras del que sería nuestro monitor, llegó la pregunta de rigor: ¿Para que vais a utilizar la formación que recibáis aquí y en la vida?. Cada uno de mis amigos y compañeros de aquel grupo que tuvimos en llamar "Los halcones", contestó lo primero que se le vino a la mente, en el entender que aquellos 11, 12 o 13 años nos daban por aquel entonces, a mí tan solo me salió una frase: "Para mi hija", sin saber que Dios me bendeciría con dos, con lo que hoy por hoy aquella frase con el paso de los años, se vio extendida a mis dos hijas y a toda persona que se rozara conmigo.
Pues bien en la vida, los hijos te dan alegrías, problemas, de todo un poco, pero siempre te quedas con aquellos momentos que te llenan de orgullo como padre, al ver que aquella frase dicha hace tantos años, va dando sus frutos.
Y de tantos como ya ha ido dando a nivel personal como padre, el último, es si cabe, de los más importantes, pues una tradición continúa, se perpetua, puede ayudar a continuar la linea de acción que emprendió en mí aquel monitor o la de aquellos ancestros que antes que nosotros, a la vez que descendientes de éstos pusieron dentro de una institución tan querida para toda mi familia, ascendientes y descendientes, como es nuestra Hermandad de la Candelaria.
Diréis algunos, ¿a qué viene tanta palabrería?.
Sin este prólogo, sería quizás imposible entender el titular de este relato, pues todos, esposa, hija, hermana-tía-madrina y yo, quizás en especial, nos sentimos emocionados y ORGULLOSOS, de ver que mi hija mayor, a sus 23 recién cumplidos años, juraba como miembro de la nueva Junta de Gobierno de nuestra querida y amada hermandad, en su caso como Delegada de Juventud.
Y si a ésta efemérides, le unimos que mi hermana mayor María del Carmen, a sus recién cumplidos 63 años, tía y madrina de mi hija, también juraba su cargo de miembro de Junta de Gobierno como Delegada del Grupo de Mujeres, la felicidad y el ORGULLO de portar unos apellidos era completa y desbordante.
Me viene a la memoria tantos momentos especiales vividos, desde aquel día en que fue inscrita en la hermandad, el mismo día de su nacimiento o su primera visita, ella y yo los dos solitos, con el templo vacío, presentándosela a María Santísima de la Candelaria o su presentación oficial ante ella en el día del Santo de ambas, que para algo se llama María Candelaria del Rocío, o la primera vez que le pusimos con meses, su primera túnica nazarena, con su primera papeleta de sitio,... son tantos recuerdos.
En el caso de ella, mi hermana, digamos que se hacía justicia a tantos años de entrega desinteresada. Más de cuarenta años en la hermandad, trabajando a lo callado, mientras le dejaron, sin pedir nada a cambio, sintiendo a veces el amargor de la traición, del olvido, de la desidia.
La hermandad, y principalmente sus titulares, Jesús de las Misericordias y en especial, pues se siente más mariana, María Santísima de la Candelaria, son sus principales motores de vida y lucha, jamás buscó nada personal, todo lo contrario, todo le pareció y le sigue pareciendo poco para su hermandad, hermanos y titulares.
Igualmente me viene a la memoria aquel salón donde coció el manto para la Stma. Virgen, o aquella saya que le hiciera, con los bordados que un hermano regaló, mientras me encontraba debajo del bastidor, ayudando a pasar la aguja, o aquel primer banderín del Grupo Joven de la hermandad, que también realizara, o todas las túnicas de mis hijas, de sus hijos y de tantos otros como ha hecho, o aquellas puntadas que dió en esas bambalinas del paso de palio, siempre al lado de las agujas, siempre dispuesta y ofrecida a todo y para todo, de forma callada, desinteresada, todo con cariño, por amor a lo que se tiene Fe, pues ella no olvida que Jesús es Dios Padre hecho carne y la Stma. Virgen es su madre, y claro como madre así se identifica con ella. Veo sus manos, y veo cuánto trabajo, cuánta entrega hay en cada dedo desfigurado, por el uso de las mismas, tras la aguja, especialmente.
Ella fue quien me llevó a la hermandad, por ella principalmente, siento a mi hermandad, a través de ella la he conocido, la he amado e incluso odiado, en ocasiones a niveles humanos y/o personales.
Y para finalizar, porque es parte de la familia, para algo es nuestro primo, el hijo de mi prima y madrina, Sergio, que también pasó a formar parte de la Junta de Gobierno de la Hermandad en calidad de Secretario. Aquel chiquitín que de pequeño, también mi hermana, inscribiera en la hermandad junto a su hermano Juan Antonio, aún me parece estar viéndolo, con su túnica blanca de cola, con aquel cinturón de esparto que le hiciera para su hermano mayor y que ahora le venía como un guante a él.
ORGULLOSOS su madre y su padre, junto a los míos, sus tíos como le decían, desde arriba, estarán brindando, unos con una copa de Tío Pepe y otro de Victoria, por todos ellos, pues la saga continúa, quizás para pesar de algunos... pero de todo ha de haber en la viña del señor.
(Ah, por cierto, el que sostiene el micro, también es primo nuestro, jajajajajaja) lo dicho, LA SAGA CONTINÚA.
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